
Por Eva Arroyo

Sobre la ruta 66 bis camino a San Pedro de Jujuy, en una de las mesetas de Finca El Pongo, entre finca Magallón y Ciudad Perico, se levanta el cerro El Colorado, lo corona un santuario para la Virgen de Urkupiña que fue erguido hace 11 años por el genocida Frans Mariano Vaca. La efigie fue donada por el párroco de la Iglesia de Quillacollo de Cochabamba, Vaca junto a unos compadres fueron a retirarla, así lo cuenta una de sus hijas en un informe que realizara canal 4 sobre ese oratorio[1].
Al pie del cerro están las indicaciones para llegar al oratorio y también un cartel con la foto del represor que reza :“El señor escoge de la tierra lo mejor y tú fuiste elegido, nos dejaste este gran dolor que no se cura con el tiempo, ni el silencio y las lágrimas tampoco alcanzan, mucho menos para expresar el significado y el dolor de tu ausencia… Tu esposa, hijos, hijos políticos y nietos”. Quizás en el texto, que está basado en la biblia la frase correcta para Vaca sería: “Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes signos y prodigios, capaces de engañar….” Mt24:24 / Mc13:22
En un iluso intento, su hija, quiere ponerle el nombre del genocida al cerro.
Vaca el cipayo

Vaca superaba con apenas 5 cm el metro sesenta, de contextura mediana, de cutis trigueño y rostro poceado. Tenía el pelo ondulado, labios gruesos, los párpados caídos y una turbia mirada esquiva que se acoplaba perfectamente a una actitud exageradamente humilde y servicial. Devenido a ferviente devoto de una doctrina religiosa que en Jujuy acogió en sus filas seres perversos como Medina y Mallagray, la antítesis de curas, monjas y seminaristas tercer mundistas que fueron perseguidxs, asesinadxs y desaparecidxs por el sector a los que pertenecían los primeros, fue uno de los operadores del terrorismo de Estado en el ramal jujeño.
Este raso agente de la policía de la provincia, nació el 18 de diciembre de 1947 en Pampa Blanca, Dpto. El Carmen, provincia de Jujuy. Con 20 años, en 1968, inició su carrera represiva, perteneció al cuerpo de infantería y a la dirección de seguridad antes arribar al ramal jujeño en el año 1970, zona donde desplegaría su mayor accionar represivo. También pasó por el comando radioeléctrico, donde funcionó el centro clandestino de detención (CCD) más grande de la provincia, esto antes de ser dado de baja en el año 1972 “Por vivir en concubinato con una mujer que ejercía la prostitución clandestinamente y como consecuencia de esto, no cumplía con las obligaciones del servicio al no reprimir en ella el ejercicio ilegal de la prostitución[2]”, la doble e hipócrita moral de las fuerzas.Para marzo de 1975 integraba nuevamente las filas de la policía de la provincia sin haber dejado nunca de estar vinculado a la fuerza.
Desde el ´76, y hasta la vuelta la democracia en el ´83, siempre se movió bajo la órbita de la Unidad Regional 2 (UR2) con asiento en la ciudad de San Pedro cuya jurisdicción era la zona del ramal jujeño, una zona caliente políticamente hablando. Durante los años más crudos de la dictadura cumplió funciones en la comisaría 9na de San Pedro, la brigada de investigaciones, el departamento de inteligencia (D2), y la oficina de informaciones reservadas, todas estas dependencias, órganos de la UR2.

Con el tiempo, y a partir de las declaraciones testimoniales y las denuncias de aquellos años que realizaron las víctimas sobrevivientes y familiares de lxs desparecidxs, se supo que en esa zona operó un grupo de tareas (GT) o patota[3] . A esta patota la comandaban los comisarios Enrique Morales (El Peludo) y José Américo Lezcano (El Loco), y también la integraban: Rubén Morales (hermano de Enrique), Francisco Díaz, Oscar Guzmán, Ramón Sánchez, Virgilio Aldana, Ramón Rosa Reyes, otro Vaca, “Papilin” Medina, “Quiquiriquí” Alfaro, Aida Ruiz, Betty Guaymas, entre otrxs, y por supuesto Vaca. Tenían su bunker en la 9na de San Pedro, comisaría donde funcionó durante la última dictadura un centro clandestino de detención (CCD).

El accionar de la patota y el régimen de ese centro clandestino quedó demostrado durante el 5to juicio por delitos de lesa humanidad que se llevó a cabo en el año 2018. La perversidad de ese grupo de tareas (GT) salió a la luz, las torturas, el sometimiento a situaciones de esclavitud y los delitos contra la integridad sexual que vivieron las mujeres confinadas en ese centro, fue la base fáctica de ese proceso judicial. Además, en ese juicio también se juzgó a los responsables de la desaparición de un joven que residía en la ciudad de San Pedro, pero Vaca no estaba, sin embargo fue traído una y otra vez a las audiencias cuando se mencionaba a los responsables del secuestro.
El secuestrador

Víctor “Tito” Jesús Segura tenía 24 años, de militancia peronista, estudiaba psicología en la Universidad Nacional de Tucumán, nació en Metán, Salta. Fue secuestrado el 21 de septiembre de 1977, ese día se había juntado con unos amigos para festejar el día de la primavera en la heladería el Pingüino que estaba a la vuelta de su casa, en el centro de la ciudad de San Pedro de Jujuy, esa esquina era el lugar de encuentro con su “barra” de amigos.
Unos minutos antes de producirse el secuestro de Víctor, pasó un vehículo en que iban cuatro policías observando al grupo de jóvenes y en especial a Segura, en el asiento del acompañante iba Rubén Arturo Morales y en los de atrás Frans Vaca y “Quiquiriqui” Alfaro. Vaca y Alfaro regresaron a pie donde estaban los muchachos, separaron a Tito y se lo llevaron caminando hasta la comisaría 9na de San Pedro, de ese lugar nunca salió[4]. Su madre Selva, denunció lo sucedido con su hijo y a los responsables del secuestro, ella lo buscó incansablemente.
Por este hecho, vuelta la democracia, Vaca es citado a prestar declaración el 23 de octubre de 1984 ante la Comisión Extraordinaria de la Legislatura de Jujuy, delegación en nuestra provincia de la CONADEP (Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas)[5]. En esa oportunidad relató que prestaba servicio en la UR2 como agente de investigaciones e inteligencia, en el mismo sentido y ante la misma comisión, su “compañero” de trabajo, Ramón Rosa Reyes dijo en noviembre del mismo año que Vaca pertenecía al servicio de informaciones y trabajaba de civil.

Para abril de 1985 fue nuevamente convocado por la comisión, en esa ocasión se explayo un poco más sobre sus “ocupaciones”. Según él… “su función durante 1.976 consistía en efectuar informes que eran elevados a sus superiores. Que generalmente recogía informaciones en reuniones gremiales, debía ir a ellas a fin de saber que temas se trataban. Generalmente hablaba con quien presidía la reunión, caso contrario sacaba una copia del Libro de Actas[6]. También dijo que… solía memorizar lo que se charlaba en ellas; y que cuando hablaba el Secretario General él sabía quién era esa persona; y que si por alguna razón no recordaba el nombre, la solución era que al día siguiente se publicaban los nombres de quienes presidían las reuniones[7]. Así, con total impunidad relató su accionar represivo, pero se encargó de negar el secuestro de Víctor. Una cosa era ser soplón y otra un asesino, aunque él sabía perfectamente cuál había sido el destino de su víctima.

El infiltrado era un agente de poca monta pero “un bicho” a la hora de acomodarse, desde el inicio de su carrera represiva eligió ser un delator, con posterioridad esto le serviría para encuadrarse ante su jefes y volver a las fuerzas en el 75 luego de la baja del año ´72 por su actitud “indecente”, durante los años de plomo fue un notorio agente de informaciones en inteligencia de la zona del ramal, siempre útil para esos menesteres.
El topo

A fines de los 60, en coincidencia con su ingreso a la policía y siendo su primer destino la comisaría de Palpalá, de la mano de un compañero quien lo presenta como su “hermano de leche”, hace su acercamiento a una organización política, varios de sus miembrxs se habían criado o nacido en esa ciudad siderúrgica. Es así que se gana la confianza de lxs integrantes de la organización, a tal punto que una pareja de militantes, bautismo mediante, en iglesia y con cura tercer mundista, apadrinan a uno de sus hijos.
El soplón de Vaca no solo trabajó para la policía de la provincia, también lo hizo para la federal, ante esa fuerza, a lxs que mentirosamente lxs llamaba compañerxs, más de una vez lxs delató. Lo sospechoso fue que con la llegada de Vaca a esa organización las acciones políticas que decidían, y los lugares de refugio que tenían eran descubiertos por la policía. Entonces, ante el indicio de que el responsable de las delaciones era él, decidieron ponerle un cazabobo que dio resultado y fue la confirmación de la sospecha. Raleado por lxs militantes, se dio cuenta y se alejó.

Vaca de un legajo poco presentable, tiene sanciones por faltar y llegar tarde al trabajo, por protagonizar “incidente con una persona particular en estado de ebriedad”, por retener y detener ilegalmente a unxs menorxs y a otras personas “sin causa justificada, con el agravante que dicho procedimiento no perseguía fines reales de represión”, por hablar mal de sus jefes, por tomarse atribuciones que no correspondían al rango que ostentaba, por empeñar su credencial, “por faltar a la verdad”, entre otras muchas. Lo lógico es que no durara mucho en esa fuerza, pero al parecer el trabajo sucio que hacía era impecable, y también conocía los crímenes más atroces que cometió la patota que él integraba, solo así se entiende que lo hayan sostenido en “las fuerzas” por más de 20 años.

También, en la misma línea de comportamiento, estuvo involucrado en causas judiciales comunes por cohecho, por apremios ilegales seguido de lesiones, entre otras. Y recibió un balazo en circunstancias pocos claras, y, como corolario, estuvo vinculado a procesos penales en el año 2010 junto al renombrado líder mafioso de Perico, Rubén Armando “Chiva Loca” Miranda, en la causa “MIRANDA, Armando Rubén; Robo en Poblado y en Banda con Arma, Privación Ilegítima de la Libertad en Concurso Ideal y Abuso Sexual con Penetración Gravemente Ultrajante en Concurso Real y VACA, Frans Mariano Encubrimiento Agravado de Robo en Poblado y en Banda ”, Expediente Nº 93/10, lo que lo llevo a la cárcel.
Frans Mariano Vaca murió cuando tenía de 64 años, el 14 de octubre de 2012 a las 22:15, solo tres meses después de iniciado el primer juicio contra los genocidas en Jujuy, un mes después que una víctima lo mencionara en su declaración como uno de los responsable del secuestro de Víctor “Tito” Segura.
Lo salvaron los demonios y la lenta y perezosa justicia, pero nadie lo va a salvar de nuestra memoria, imposible que esté al lado de “su” Virgen de Urkupiña, imposible que un cerro lleve su nombre…
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[1] Informe de canal https://www.facebook.com/CANAL5PERICOTV/videos/369500493587456/UzpfSTEwMDAwMDk2NzI0NzI3MDoyMTM3OTMwNjcyOTE1ODIw/
[2] Expte Administrativo de la policía de la provincia N°188-D- Res N° 354 DP.
[3] Los grupos de tareas o GT, también llamados vulgarmente patotas, eran aquellos grupos conformados por miembros de las diversas Fuerzas Armadas, de los cuerpos de seguridad del Estado y paramilitares, que tenían por función el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de los objetivos señalados por la dictadura, es decir opositorxs políticxs. También tenían la prerrogativa sobre las propiedades materiales de sus víctimas, pudiendo apropiarse tanto de sus bienes muebles como inmuebles, en calidad de botín de guerra.
[4] Requerimiento de elevación a juicio de la causa “MORALES, Rubén Arturo y Otros – s/ Privación Ilegal de la Libertad (art. 144 bis inc. 1)
Víctimas: CONCHA RODRÍGUEZ, Miguel Elías y otros”, Expte. N° 44000250/12– J.F. Nº 2
[5] La CONADEP recorrió durante 280 días todo el país en busca de testimonios de sobrevivientes, de familiares, de represores y de los edificios utilizados como centros de detención (o de sus ruinas). Realizaron un inventario de todas las desapariciones denunciadas y de todos los centros clandestinos, contrastando los relatos con la arquitectura de los edificios, tarea realizada muchas veces con la presencia de lxs mismxs sobrevivientes. Con esta información confeccionaron mapas, clasificaron los relatos e hicieron un análisis a fin de reconstruir el modo de operar del terrorismo de Estado. Esta información fue la base del Juicio a las Juntas Militares.
[6] Declaración del Expte. Nº S-176 bis/87.
[7] Conf. Expte. Nº S-176 bis/87, “SEGURA, Víctor Jesús s/ su desaparición”