UN NIÑO FUE VÍCTIMA DEL TERRORISMO DE ESTADO EN JUJUY

El jueves 28 de febrero se concretó la vigésima cuarta audiencia en el marco del sexto juicio por crímenes de lesa humanidad en El Tribunal Oral Federal de San Salvador de Jujuy. En la misma declararon: Héctor Antonio Rodríguez (Familiar de víctima), Luis Antonio Bermúdez (ex preso político de San Salvador de Jujuy), Mario Heriberto Rubén López (ex preso político del departamento San Pedro), Renato Colautti (ex preso político del departamento Ledesma).

Yo estuve presente en la detención

Héctor Antonio Rodríguez. Hijos de Mariano Rodríguez, ex preso politico fallecido.

La rueda de testimoniales la inició Héctor Antonio Rodríguez, hijo de Mariano Rodríguez (actualmente fallecido), dijo que su papá fue detenido el 24 de marzo del año 1976 en horas de la mañana por un operativo conjunto entre la Gendarmería y Policía de la Provincia de Jujuy en la localidad de El Aguilar. En el momento en que presenció la detención de su progenitor, dentro de su propio domicilio, Héctor era un niño de tan solo 10 años de edad que se encontraba solo con su padre en una de las casas provistas por la empresa minera para sus trabajadores, mientras que su madre y hermana mayor se habían trasladado a temporalmente a la ciudad de San Salvador de Jujuy.

El niño fue quien atendió la puerta cuando los uniformados golpearon y llamaron a su padre. “Los policías tenían armas de grueso calibre” relató. Ingresaron violentamente al domicilio. le preguntaron por su papá mientras le ponían un arma en la cabeza, el padre se presenta, le preguntan si era Mariano Rodríguez, al responder que sí, se lo lleva detenido en una camioneta de la Empresa Mina El Aguilar. Sobre el destino de su padre relató que, “se lo llevaron detenido y no supe más de él hasta que volvió mi madre, después de varios días”.

Durante la detención Héctor dijo que su papá pidió permiso para buscar una campera “porque estaba haciendo mucho frío” en ese interín le pide por favor que esconda un dinero que él tenía en la casa. Héctor detalló que la noche anterior su papá había hecho un viaje, “era tesorero del sindicato y había traído mucha plata en una bolsa”. Seguidamente lo detienen y se lo llevan. Héctor quedó completamente solo en su casa, librado a su suerte, por lo cual se vio obligado a comer en la casa de unos vecinos.

Unos días después, llegaron militares del Regimiento de Infantería de Montaña RIM 20: “llegaron a requisar las viviendas del pueblo, yo tenía un aire comprimido y lo escondí en el techo”. El ejército acusaba que la familia Rodríguez tenía armas de fuego ocultas, ingresaron nuevamente al domicilio revolvieron y desvalijaron toda la casa.

El 2 de abril la madre de Héctor regresa a mina El Aguilar, recuerda la fecha porque acababa de cumplir 11 y su madre le trajo una armónica como regalo de cumpleaños. A esa edad le había tocado vivir la experiencia de la represión y persecución estatal en carne propia. Para ese entonces ni él ni su madre tenían noticias sobre Mariano Rodríguez.

Al poco tiempo la familia fue obligada a abandonar El Aguilar, el testigo sostuvo que el día de la mudanza estaban presentes dos gendarmes vigilando, que no permitieron que nadie los ayude, salvo un hombre que ayudó a cargar las cosas de mayor peso.

Con su padre en cautiverio, Héctor relató que su madre se convirtió en el sostén principal de la familia generando ingresos económicos con la venta de sándwich y pan que sus hijos debían salir a vender. “Fueron tiempos muy duros los que tuvimos que pasar en la ausencia de mi papá”, sostuvo.

La madre junto a otro grupo de personas de mina El Aguilar que también habían sufrido el secuestro de sus familiares recorrieron el RIM 20 y la Central de Policía de la provincia de Jujuy en busca de información de sus seres queridos. Finalmente lo encontraron en el Penal de Villa Gorriti en el mes de noviembre, pero no le permitieron el ingreso y peor aún, “había fuertes rumores de que iban a ser trasladados” recordó. En el penal de Villa Gorriti, Mariano Rodríguez fue golpeado constantemente, y permaneció incomunicado durante largos periodos de tiempo.

En medio de su testimonio, Héctor indicó con mucha seguridad que cree que la razón del desalojo en el domicilio de Mina El Aguilar y la detención de su padre se debieron a que este trabajaba para el sindicato AOMA de dicha localidad.

Finalmente, Mariano Rodríguez fue liberado, Héctor jamás supo cómo llegó, lo que sí recuerda con alivio y tranquilidad es que lo vio bajar de un taxi. Lo vio volver y su rostro motivó un semblante de paz y felicidad. Concluyó su testimonio con un cálido aplauso del público presente en la sala.

“La empresa Ledesma era responsable de los altos índices del Chagas”

Seguidamente el Tribunal permitió el ingreso a la sala del segundo ex preso político de la ciudad de San Salvador de Jujuy, se trata del médico pediatra Luis Antonio Bermúdez. Fue detenido los primeros días de abril del año 1975 por personal de la policía de la provincia de Jujuy. En aquel entonces se encontraba trabajando en el Hospital Oscar Orías de la ciudad de Libertador General San Martín. Bermúdez se estaba asistiendo a un bebé cuando los oficiales irrumpieron dentro del consultorio para apresarlo, Luis solicitó que lo dejaran terminar la atención médica pero estos se negaron rotundamente, tenían órdenes precisas de detenerlo.

Luis Antonio Bermúdez. Ex preso político del Dpto. Ledesma

Bermúdez fue llevado a la comisaría de Libertador General San Martín hasta entrada la noche, posteriormente fue trasladado junto a otrxs presxs en un camión militar al penal de Villa Gorriti en San Salvador de Jujuy. En el penal estuvo alojado en un calabozo, sin luz, ni ventanas, estaba aislado e incomunicado junto a una persona de apellido Ricci. Durante su reclusión sólo los dejaban salir a lavar los platos e ir al baño. “Fue el momento más difícil de la detención” recordó Luis.

El Dr. Bermúdez conoció a Chapman (Osvaldo Giribaldi)*, que era un liberado del año 1973, Luis aseguró que este tenía una mala premonición, y efectivamente, “lo llevaron y no volvió más” relató. Lo vio triste y muy mal. “Tenía un mal presentimiento, nos dijo que recordáramos su nombre”. También contó, que a los detenidos los llevaban a declarar por la noche: “un día por la tarde lo llevaron a Turk* y al igual que Chapman no volvió más”. Cada vez que mencionaba a sus compañeros desaparecidos, Luis suspira y los recordaba con mucho pesar.

En relación a Jorge Ernesto Turk* contó que, durante su cautiverio Luis habló personalmente con Jorge, “ él miraba una foto de su hijita que tenía meses de vida y lloraba”, “yo le daba ánimo, le dije que se quedara tranquilo, que iba a declarar y volvía”. En una oportunidad el obispo Medina dijo simplemente “fue encontrado culpable y fue fusilado”, haciendo referencia al destino de Turk .

También compartió cautiverio con otro desaparecido, “los primeros días de mayo de 1976 nos trasladan con el “pájaro loco” Robles* de Villa Gorriti a la Central de Policía”, pero Robles* no volvió a Villa Gorriti “no sé qué le pasó”. Tiempo después se enteró que había desaparecido.

Sobre el accionar represivo detalló que, los llevaban a declarar en grupos de a tres a la Central de Policía de Jujuy. Cada interrogatorio era una pesada carga psicológica que ejercían los represores para quebrantar la moral y buscar la sensación de culpa y pesar en lxs detenidxs. Indicó que el responsable de los interrogatorio era una persona de apellido Jaig, “él pertenecía a los servicios de información del Ejército” dijo. También escuchó declarar a Dora Weisz* “yo escuchaba lo que le preguntaban”, “ le preguntaron por su marido Osvaldo Weisz*, Patrignani* y si tenía algún tipo de relación con el sindicato”.

Las autoridades de Salud Pública solicitaron el motivo de la detención de Bermúdez, sin causa, y a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, su nombre figuraba en un informe registrado en el RIM 20 que da cuenta de su condición de “detenido por razones de seguridad”, firmado y sellado por mano del Coronel Bulacio. Junto a él había otros tres médicos secuestrados.

Una parte de su declaración la destino a recordar a Luis Ramón Aredez; el pueblo elegía concejales y a la vez los concejales proponian tres nombres para que el gobernador eligiera al nuevo intendente, “El doctor Aredez* era reconocido por ser muy buena persona, tal es así que tanto radicales como peronistas lo propusieron y lo eligieron unánimemente para intendente”. Bermúdez explicó que la medida más importante de Aredez, fue incluir al ejido urbano de Libertador General San Martín las propiedades del Ingenio para que pagara los impuestos, esa fue una de las causas principales por la cual lo desplazan. “Aredez* era un tipo muy querido”, dijo Luis, “salió para el Hospital de Fraile Pintado y no volvió más”. “No fue casualidad que nos detuvieran a los 4 médicos que estábamos en Ledesma”.

Bermúdez dijo que también “fue detenido un médico pediatra de apellido Collado que estaba antes que yo”. “Cardozo era el kinesiólogo y el doctor Aredez trabajaba en el Hospital de Fraile Pintado”, agregó posteriormente. Luis sostuvo que las detenciones de los médicos no fueron al azar, había una fuerte política de persecución por parte de los directivos de la Empresa Ledesma, que veían afectados sus intereses económicos porque les exigimos invertir en mayor infraestructura y materiales de construcción para las viviendas, esto los “convirtió” en “médicos subversivos” , tenían un fuerte compromiso profesional por proteger la salud de los ciudadanos de Ledesma y mejorar su calidad de vida, agregó.

Sobre su trabajo en esa zona del ramal, contó que junto al cardiólogo Díaz y la doctora Schuarman del instituto de patologías regional del Chaco, en el año 1974, hicieron una investigación de salud que consistía en sacar sangre a distintas personas de distintos lugares, las que vivían en casas de techos de paja construidas por la Empresa Ledesma. A partir de ese estudio se pudo demostrar que, el 64% de las personas sanas que vivían en las viviendas de Ledesma estaban infectadas de Chagas.

Luego de ser liberado, Luis se fue a trabajar a Humahuaca, allí se entera que Aredez* había desaparecido ,“tuve miedo” dijo, su hermana Pilar le sugirió que se fuera de Jujuy. Consternado expresó: “después de tantos años yo quería trabajar en mi provincia y estudié pediatría porque Jujuy tenía el 15 % de mortalidad infantil en el año 1974. Hoy tiene una mortalidad aceptable, debajo del 15%” precisó. “Siempre fui militante peronista y ese estudio sobre Chagas que se presentó fue determinante para que nos detuvieran”

Hospital Oscar Orías. Libertador Gral San Martín

Finalmente Luis presentó la renuncia ante el director del Hospital, un sujeto de apellido Parodi, quien fue a la comisaría de Ledesma a acusarlo: “me trajeron un subversivo al hospital”. Luis, tuvo que irse de Ledesma por su seguridad y por tener diferencias con el director. Aquél ambiente dictatorial te encapsulaba como subversivo o el delator.

Cuando se iba de la ciudad pasó por el frente de la comisaría, salió un policía conocido y le preguntó qué hacía, “le dije que me estaba yendo y me dijo buena decisión” narró. Renunció al hospital en Junio y consiguió trabajo en Noviembre en la provincia de Córdoba.

Luego de ser trasladado a la unidad penitenciaria de La Plata, el 7 de octubre de 1976, allí también compartió cautiverio con Ardez, “estaba al frente de mi celda, nos comunicábamos por señas”, era una persona inteligente y sensible a la que estima mucho”, expresó Bermúdez.

Además, hizo referencia a la actitud de los responsables del Colegio Médico de Jujuy, comentó que Collado, Aredez, Cardozo y él fueron los únicos médicos detenidos de Ledesma: “tuve encontronazos con el Colegio Médico de Jujuy porque nos acusaban de algo habrán hecho” afirmó.

Para cerrar, agregó que, debido a la distancia de 1800 kilómetros de Jujuy a La Plata, Luis solo pudo recibir una sola vez la visita de su hija y hermana. El peor trato lo padeció en una celda solo, sin ventanas, entre paredes y una puerta, sin luz en el calabozo. Fue liberado en La Plata entre el mes de febrero y marzo con Ricci y otras personas más.

Sabíamos que en cualquier momento nos darían ‘la libertad’ para hacernos desaparecer

Mario Heriberto Rubén López fue el tercer testigo, indicó que fue detenido un viernes 6 de junio de 1975 en las afueras de la ciudad de San Pedro de Jujuy, cuando se disponía a brindar asistencia a dos compañeros del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) que eran perseguidos por la policía.

Mario Heriberto Rubén López. Ex preso político de San Pedro de Jujuy.

Al llegar al punto de encuentro, los compañeros no se presentaron, entonces, decide irse del lugar, es ahí donde efectivos policiales, fuertemente armados, lo apresan. Lo atan a un árbol, lo golpean y realizan un simulacro de fusilamiento.

“Cuando me estaban llevando para la comisaría de San Pedro los escucho reprocharse entre ellos que por su culpa los otros habían escapado, ahí fue cuando me percaté de que los hombres que yo buscaba no habían sido capturados” explicó Mario, quien permaneció en la unidad regional N°9 hasta el 13 de junio, día en que lo trasladan al penal de Gorriti y luego lo ingresan al pabellón de menores, pues tenía 18 años.

El testigo prosiguió: “Para los presos políticos el golpe de Estado empezó en noviembre de 1975, cuando los militares entraron y tomaron el penal. De un día para otro teníamos la cárcel repleta con una cantidad impresionante de soldados”. Fue a partir de ese suceso en el que los detenidos políticos de Gorriti fueron separados de los presos comunes u ubicados en distintos pabellones.

López sostuvo que ni bien tomaron el control las fuerzas militares empezaron los brutales interrogatorios a los detenidos: “Me llevaron a una celda y me preguntan por mis actividades, me interrogó Vargas, quien después del golpe militar pasaría a ser el director del penal. Él me quería obligar a responder a las preguntas como ‘Si señor’ o ‘No señor’, si yo me negaba entonces me golpeaban en la cabeza. Otro que empezó a venir, allá por el año 1976 o 1977, fue el teniente Bulgheroni que me dijo una vez: ‘Yo no te tengo a vos todavía bien caratulado, no sé si sos peronista o marxista. Pero tranquilo, ya lo vamos a averiguar’”.

Laura levanta las fotos de su madre y tío en la sentencia del 2do jucio por delito de lesa humanidad.

Durante un recreo fuera de las celdas conoció a Jorge Osvaldo Weisz*, Carlos Ernesto Patrignani* y Reynaldo Aragón*, además de escuchar mencionar en repetidas ocasiones el nombre del represor Juan Carlos Jones Tamayo, jefe de inteligencia del ejército, encargado de coordinar con miembros de otras fuerzas armadas el secuestro y asesinato de numerosas personas. Meses más tarde conocería a Carlos Díaz* y al doctor Carlos Alberto Cardozo.

En el mes de diciembre de 1976 vio por última vez a Jorge Weisz y Carlos Patrignani: “A los chicos les dijeron que juntaran todas sus cosas porque los iban a soltar, pero con el tiempo nos enteramos de que en realidad los habían hecho desaparecer”, se lamentó López.

Con el paso de los días, el control y la vigilancia dentro del penal se tornaron cada vez más rigurosos, Mario expresó que se vieron obligados a usar código morse para comunicarse, pero cuando los carceleros los empezaron a separar en celdas más alejadas debieron adoptar un sistema de alfabeto por medio de silbidos que les permitía estar en contacto. Por otra parte, conscientes de que la situación dentro del penal empeoraría para los presos políticos, improvisaron un “buzón” dentro del baño, lugar en el cual ocultaban lapiceras y papel para escribir mensajes.

“Nosotros nos enterábamos de cosas a través de los guardias ‘piolas’ que nos advertían sobre los guardias más jodidos”, dijo López, y añadió: “Nos decían, ustedes tengan cuidado con fulano de tal y fulano de tal, porque esos están haciendo cualquier cosa, pero nosotros no tenemos nada que ver. Entonces, con esa información, íbamos y lo dejábamos anotado en el buzón del baño para poner al tanto a los demás compañeros”.

En una oportunidad, debido al completo aislamiento que estaban sufriendo, el testigo relató que junto a los detenidos Armando Tilca*, Álvarez, Colautti y Díaz dieron inicio a una huelga de hambre con el fin de ser escuchados por la dirección del penal y que se les permita nuevamente recibir visitas y salir al patio. Grande fue su sorpresa cuando tras siete días de protesta, el coronel Bulacio, director del penal por aquel entonces, les hizo llegar su agradecimiento porque estaban haciendo por su propia cuenta el trabajo que él tenía encargado hacer. Tal y como se lo habían advertido los guardias: “Los van a dejar morir muchachos, los van a dejar morir”.

Mario López también relató la forma en que eran hostigados emocional y psicológicamente los detenidos que estaban prontos a salir en libertad. Fue el caso del doctor Carlos Alberto Cardozo quien era “acosado” a diario por los represores José Eduardo Bulgheroni y el Monseñor Medina, estos estaban al tanto de que su liberación estaba prevista para noviembre de 1977, entonces le infringían miedo recordándole que podría morir en cualquier momento.

“Nos verdugueaban todo el tiempo, yo lo veía al doctor a través de un agujerito cuando pasaba de vez en cuando. Nosotros ya sabíamos que a él, con el pretexto de la libertad, lo iban a desaparecer, así que le aconsejamos que resista en su celda y no salga por nada”, señaló el testigo en relación a Cardozo, y enfatizó que los guardia cárceles Zárate, Gutiérrez, Villaroel, el mayor de los Ortiz y Singh eran los principales autores de los maltratos más crueles que le tocó vivir.

Durante esos días fue cuando López pudo encontrarse con su cuñado, Pedro Torres*, un joven de 16 años que con el pretexto de “hacerles unas preguntas”, fuerzas policiales lo llevaron de la finca donde trabajaba frente a su padre, primero al regimiento y luego al penal de Gorriti. “Ya le habían dicho que lo iban a matar y que no tenía posibilidades de sobrevivir, entonces yo intenté subirle los ánimos diciéndole que ya figuraba su ingreso en el penal y que no lo podían hacer desaparecer así nomás. Un día le pido a un guardia de esos ‘piolas’ que lo traiga a Pedro a mi celda, para hablar, y me dice que sí, pero que no trascienda. Ahí es donde le cuento las cosas con más detalle y le pregunto todo lo que sabe”, sostuvo. También se entera que su pareja, Juana Torres Cabrera, había sido secuestrada el mismo dia que Pedro y estaba en el penal, Juana llegaba a su casa a buscar ropa para la hijas de ambos que estaba internada en el hospital de niños, y que luego del secuestro de su madre permaneció 6 meses en ese nosocomio.

En marzo de 1978, Mario López es trasladado hasta Villa La Rosa, provincia de Salta, luego de haber compartido durante años las celdas jujeñas con Rubén Álvarez, Renato Colautti, Carlos Díaz, y el Dr. Carlos Alberto Cardozo.

Al finalizar, el ex preso político entregó al Tribunal fotocopias que dan cuenta de la participación de algunos de los imputados en lo que se conocen como “grupos de tarea”, que será puesto a consideración.

En esa época era muy común el turismo carcelario

“Fui detenido dos veces” aseguró Renato Colautti, la primera vez fue en diciembre de 1973, cuando se dirigía en camioneta a la ciudad de Fraile Pintado. Al volante estaba Rubén Álvarez, quien pierde el control y vuelca. “Cuando despierto estaba en la cárcel de San Pedro. Llevábamos revistas políticas que no estaban prohibidas, pero de igual forma nos llevan al Juzgado Federal y horas después nos dan la libertad”, recordó. “En aquel entonces estaba el oficial Morales quien había estudiado la ciencia represiva en Panamá, él mismo lo contaba”, agregó.

Renato Colautti. Ex preso político del Dpto. Lesdesma.

La segunda detención fue en agosto de 1974, “Nos metieron presos por hacer propaganda, yo era parte de la prensa del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores ). Íbamos camino a Calilegua para llevarle las publicaciones a unos compañeros, pero a Carlos Díaz*, Rubén Álvarez y a mí nos detienen en Libertador General San Martín”.

Renato, junto a Rubén Álvarez, es trasladado a la comisaría de la localidad de Calilegua, una semana después son llevados a la ciudad de San Salvador de Jujuy, relató que: “Una vez en el cuartel (RIM 20), de un solo culatazo me meten dentro del baúl de un Ford Falcon, me encontraba esposado, con las manos hacia atrás. En un momento el olor a nafta se puso tan fuerte que me empecé a desesperar, ¡me estaba ahogando! Así que se me aflojaron las esposas y empecé a dar golpes hacia arriba hasta que logré abrir el baúl. De pronto, al salir, vi que estaba en pleno centro de Jujuy y empecé a gritar para pedir ayuda”.

Después de ese episodio, Renato fue transportado en el asiento trasero del automóvil hasta la sede de la policía federal, y posteriormente salieron hacia Córdoba custodiados, sin embargo al llegar al aeropuerto fueron interceptados por la policía de la provincia, con quienes los oficiales federales por poco llegan a enfrentarse a los tiros, debido a la irregularidad de la operación del traslado. Finalmente, el incidente fue mediado por el jefe de la Federal local y continuaron viaje.

Luego de permanecer secuestrado dos días en la policía federal cordobesa, Renato es enviado en tren de regreso a la provincia de Jujuy donde pasó dos o tres días en la cárcel de La Esperanza, después fue llevado a San Salvador de Jujuy y de ahí nuevamente a Córdoba donde pasó un año y dos meses acusado del asalto de la fábrica Militar de Villa María, acusación que más tarde quedaría desmentida debido a que el día del asalto, Colautti se encontraba en la localidad de Palma Sola, Jujuy, según indican los registros policiales de ingreso y egreso de las fincas. “En agosto de 1975 vuelvo a Villa Gorriti”, puntualizó el testigo, comentando que, para noviembre de ese mismo año, las fuerzas militares pasaron a tener activa participación en la represión anti subversiva en todo el país.

Para marzo de 1976, Gorriti empezó a recibir médicos, abogados, jóvenes, mujeres y estudiantes procedentes incluso de la provincia de Tucumán, indicó Colautti. “Estaba en marcha un encarcelamiento sistemático, la cárcel se llenaba de gente, llegaban un día y de noche los sacaban, al día siguiente solo quedaban uno o dos detenidos esperando que por la tarde las celdas se volvieran a llenar”, relató.

Fue en ese periodo de tiempo que reconoció al coronel Bulacio y al mayor de los hermanos Ortiz, además de haber visto el traslado de los detenidos Fidalgo y Ovando. “En la cárcel quedamos el Dr. Cardozo, Mario Heriberto López, Rubén Álvarez, Carlos Díaz, Valenzuela y yo, pero nos encierran en celdas separadas, de a tres”, subrayó Renato, añadiendo que en un principio aprendieron a comunicarse “con código morse, después con señas, y al final chiflamos, cada letra tenía una canción”.

De su encuentro con el genocida, Coronel Bulacio, expreso, “Todo lo que nos hacían era para mortificarnos” señaló el testigo ante el Tribunal, recordando las palabras del represor quien se consideraba la guardia pretoriana de los grandes capitales en medio de una causa injusta. Una vez me dijo: “’Ustedes antes eran como pez en el agua, ahora flotan, ahora van a conocer lo que es el ejército argentino’. Y así fue, pudimos ver lo que era el ejército argentino entre comillas, eran los que sacaban a jóvenes por sus ideas de sus casas y los hacían desaparecer de noche”, sentenció.

Prensa del Partido Revolucionario de los Trabajadores en Ledesma

Colautti aseguró haber conocido a Jorge Osvaldo Weisz*, Carlos Ernesto Patrignani* mientras estuvieron recluidos y presenció cuando trasladaron a Armando Tilca* hacia la Plata. A su regreso al penal de Gorriti puso en conocimiento de sus compañeros de pabellón que, en Argentina, el gobierno de facto estaba desapareciendo personas. “Armando le escribió una carta al señor Obispo Pérez de Salta en donde le decía que lo habían traído a Jujuy para hacerlo desaparecer, pero el obispo obviamente no respondió, no hizo nada”, indicó consternado.

Seguidamente recordó a Carlos Díaz*, describiéndolo como “un ser maravilloso, un muchacho sabio, capaz, reflexivo, de una entereza intachable, delegado del sector de tornería a quien le llevábamos la prensa y hablábamos con él tres meses antes que nos detengan. También lo hicieron desaparecer”.

Colautti en una ocasión recibió la visita de una delegación de Amnistía Internacional, cuyos representantes le comunicaron su asombro, y compararon el penal de Gorriti conlas cárceles que el Estado de Israel usaba para contener a los presos políticos palestinos. Más adelante en enero de 1977 fue entrevistado por el vice cónsul de la República de Italia quien según su testimonio le dijo: “Renato, ahora la juventud está en otra cosa, la juventud que empezó en Europa ahora es consumista, ahora importa eso. Dejá tu idea”.

Las torturas psicológicas aumentaron para Renato, cuando el represor Bulgheroni se le acercó y le preguntó “Che, ¿qué sabés de tu esposa?”, algo que lo dejó muy preocupado a punto tal que día y noche durante su reclusión no paraba de preguntarse por el estado, no solo de su ex esposa, Elda María Francisetti*, sino también de su hijo que apenas contaba con dos años de edad. Con el paso del tiempo se enteró de la desaparición de la misma y de la apropiación ilegal que había sufrido su pequeño hijo por parte de un sastre de la armada. “Mi hijo se llama Humberto Ernesto Colautti. Que lo encontraron las abuelas de plaza de mayo cuando yo estaba detenido en La Plata”, mencionó.

Antes del mundial de futbol, Renato recuerda que fueron trasladados nuevamente, Tilca se queda en Gorriti y para entonces Carlos Díaz* ya estaba desaparecido. Fueron puestos en un camión de transporte de reses donde los esposaron de los ganchos mirando hacia el suelo con destino a Salta. Durante el trayecto se comunicaron usando código morse realizando golpes suaves con los pies. Diéz días después es trasladado a la cárcel de Sierra Chica junto con otros detenidos de la Rioja, Salta y Jujuy.

Colautti recordó posteriormente los días de militancia en la difusión de prensa mencionada y que además escribía un boletín llamado “El Zafrero”, una publicación de tirada mensual en donde recopilaba los testimonios de trabajadores de distintas áreas del ingenio Ledesma. “Agregábamos referencias históricas de la empresa y contábamos la forma en la que se hicieron con esas tierras”, indicó. Incluso rememoró una entrevista de Pedro Blaquier en donde este se refería a “El Zafrero” como “propaganda profusa”.

Ante estas palabras del testigo frente al Tribunal, representantes de la defensa protestaron, argumentando que “el señor Blaquier no está siendo imputado en la causa” por lo que solicitan que el relato de Renato Colautti se acote a los hechos referidos por la misma. Muy por el contrario, Colautti sale al cruce pasa a expresar con firmeza que su mención sobre Pedro Blaquier es oportuna debido a que él considera que la desaparición de Díaz y Patrignani lo implican necesariamente como propietario de la empresa Ledesma. “Lo hizo para darles una lección a todos los que se rebelaron o estaban en su contra y en contra del ingenio”, sostuvo ante la sala.

Renato Colautti finalizó su testimonio recordando que tras la sentencia de 5 años de prisión que recibió durante su segunda detención, apeló el falló, momento en el cual el juzgado decidió aumentarle la pena a 7 años, sin embargo continuó detenido durante un periodo de 8 años y seis meses aproximadamente, siendo liberado en 1983, “Me soltaron cuando se levantó el estado de sitio, poco antes de las primeras elecciones”, finalizó.

*OSVALDO JOSÉ GIRIBALDI, tenía 27 años, nació en Santiago del Estero, Estudiante de 4º año de Ingeniería Agrónoma en Tucumán. Fue secuestrado de su trabajo en la Empresa Ledesma, trasladado a la comisaría de Yuto, de allí al CCD Comando Radioeléctrico de la Central de Policía, y por último al penal de Gorriti. Retirado de ese presidio el 10 de junio dv 1976, es trasladado a al CCD Arsenales, de Tucumán. Osvaldo fue identificado en junio de 2016, su cuerpo había permanecido oculto 40 años, estaba en un fosa común en el Pozo de Vargas, en la provincia de Tucumán.

*JORGE ERNESTO TURK, tenía 32 años, de profesión abogado, ejerció la docencia en Instituto de Educación Superior Nº 5 José Eugenio Tello. Fue secuestrado el 28 de mayo de 1976, alojado en el CCD Comando Radioeléctrico de la Central de Policía, y luego trasladado al penal de Gorriti.

*JORGE OSVALDO WEISZ, tenía 34 años, de profesión electrotécnico. Militante del partido VC (Vanguardia Comunista). Fue delegado del Sindicato del Azúcar y el Papel de Ledesma. El 1º de mayo de 1973 es detenido por primera vez junto a Hugo José Condorí (ex preso político liberado). El 24 de noviembre de 1973 se lleva a cabo la segunda detención y por último, el 14 de octubre es apresado junto a su esposa Dora Rebecchi. Los trasladan a la seccional Nº 11 de Libertador General San Martín, de allí a una comisaría de barrio en San Salvador de Jujuy por una noche, luego a la delegación de la Policía Federal desde donde Jorge es trasladado al penal de Villa Gorriti y Dora a la cárcel del Buen Pastor. Se sabe por testimonio de Julio Moisés, que el día 23 de diciembre de 1976 fueron sacados de sus pabellones varios detenidos entre los que se encontraba Weisz y conducidos hacia dependencias de la jefatura y/o central de policía de la provincia. De Jorge nunca más se supo nada y permanece como víctima de desaparición forzada.

*CARLOS ERNESTO PATRIGNANI, tenía 28 años, era abogado y Detenido el 26 noviembre de 1974, en el momento de su detención, formaba parte de la Comisión Directiva como Asesor Legal del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar Ledesma. Trasladado a la delegación de la Policía Federal ubicada en San Salvador de Jujuy, desde allí fue conducido al penal de Villa Gorriti, donde permaneció hasta el 23 de diciembre de 1976 cuando lo condujeron hacia la central de policía de la provincia junto a Reynaldo Aragón, Jorge Ernesto Weisz, Julio César Moisés y Ramón Calapeña (fallecido), con el fin de ser supuestamente liberados. Julio Moisés y Ramón Calapeña fueron efectivamente liberados, mientras que Patrignani, Weisz y Aragón, permanecen como víctimas de desaparición forzada.

*LUIS RAMÓN AREDEZ, de 47 años, nacido en Tucumán, de profesión médico, perteneció a la Comisión Directiva de la Obra Social del Sindicato Azucarero de Ledesma. Fue intendente de Libertador a pedido del pueblo. Fue secuestrado por primera vez el 24 de marzo de 1976 por una patota integrada por la policía de la provincia y el ejército, lo llevaron a la Comisaría 11 de Libertador en una camioneta de la empresa Ledesma, de allí al penal de Villa Gorriti, permaneció en esa Unidad Penitenciaria hasta el 7 de octubre de 1976 cuando es trasladado vía área a la Unidad Nº 9 de la ciudad de La Plata desde donde fue liberado el 5 de marzo de 1977. Luego de regresar a Jujuy, el día 13 de mayo de 1977, salió de su trabajo en el hospital de Fraile Pintado y en el puente del Río Ledesma fue interceptado por un grupo de tareas, a partir de ahí no se supo nada más de él.

*REYNALDO ARAGÓN, era odontólogo, tenía 34 años cuando fue detenido ilegalmente entre el 13 y el 14 de noviembre de 1974, trasladado y alojado en dependencia de la Policía Federal de Jujuy, permaneció allí hasta el 29 de noviembre, luego es trasladado al penal de Villa Gorriti. El día 23 de diciembre de 1976, fueron sacados de los respectivos pabellones donde estaban alojados los detenidos Jorge Weisz, Carlos Patrignani, Reynaldo Aragón, Fausto Calapeña y Julio Moisés y conducidos hacia dependencias de central de policía de la provincia. Una vez allí, se le otorga la libertad a Calapeña y Moisés. Aragón, Patrignani y Weisz quedan en la central de policía de donde nunca recuperaron la libertad.

*CARLOS ALBERTO DÍAZ, tenía 28 años al momento de su secuestro, de profesión tornero, la noche del 28 de agosto de 1974, alrededor de las 21, es detenido mientras estaba con su novia (Margarita Yáñez) en la vía pública en Calilegua, por personal de civil. Alojado en la seccional de Calilegua, luego trasladados a la de Libertador y por último al penal de Gorriti, permanece en ese presidio hasta febrero de 1978. Desde ese momento permanece desaparecido.

*ARMANDO TILCA BARREIX, tenía 36 años, nacido en Cafayate, provincia de Salta, de profesión electricista. Era delegado gremial en la empresa Minetti, también pertenecía a la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA) e integraba la Mesa de Organización Provincial de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) en su Salta natal. El 11 de junio de 1974 es detenido ilegalmente, alojado en el penal de Gorriti, conducido a la unidad 9 de La Plata en octubre de 1976. El 3 de febrero de 1977 fue trasladado nuevamente hacia Jujuy, paso previo por el Comando Radioeléctrico, es confinado otra vez en el penal de Gorriti. El 1ro de julio de ese mismo año, fue sacado de la unidad penitenciaria junto a Narciso Santiestaban, ambos de la JP. Desde ese momento está desaparecido.

*PEDRO TORRES CABRERA, tenía tan solo 17 años, era jornalero. Fue secuestrado de la finca del Ingeniero Labarta en presencia del propietario de la finca el día 22 o 23 de mayo de 1976, de allí lo llevaron al CCD Comando Radioeléctrico de la Central de Policía, luego trasladado al penal de Gorriti de donde fue retirado “en comisión” el 10 de junio de ese año, junto a otrxs 6 personas más, entre las que estaba su hermana Juana, ambos permanecen desaparecidxs.

*JUANA FRANCISCA TORRES CABRERA, Tenía 22 años, era taqui-dactilógrafa, tiene una hija, Laura, la niña tenía 1 año, cuando la secuestraron el 23 de mayo de 1976 de su domicilio, la llevaron al CCD Comando Radioeléctrico de la Central de Policía, luego la trasladaron al penal de donde fue sacada “en comisión”, desde ese momento no se tuvo noticias de Juana. Mientras estuvo en el penal de Villa Gorriti le entregó una cadenita a otra presa, el encargo fue… “Para mi hija, para cuando sea grande”.

*CARLOS ALBERTO DÍAZ, tenía 28 años al momento de su secuestro, de profesión tornero, la noche del 28 de agosto de 1974, alrededor de las 21, es detenido mientras estaba con su novia (Margarita Yáñez) en la vía pública en Calilegua, por personal de civil. Alojado en la seccional de Calilegua, luego trasladados a la de Libertador y por último al penal de Gorriti, permanece en ese presidio hasta febrero de 1978. Desde ese momento permanece desaparecido.

*ELDA MARÍA FRANCISETTI, fue secuestrada el 23 de mayo de 1977 junto a su hijo de dos años en Morón, provincia de Buenos Aires, vista en el CCD que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Aún permanece desaparecida.

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